Alguna vez seré escritor.







(Los anormales vemos la realidad de una manera normal; en el rango de vernos en ella)











De las tensiones orgasmicas, -los sucesos simultáneos- y el tren desfigurando el radar en una espalda melancólica, ¡Y no es el final; no lo es, es tan sólo el principio! ¿Qué queda? -de nuevo repito una palabra-


Y pasa el tiempo, -y no ha pasado nada- y una alguien se enamora de un alguien; y tan sólo yo evocando a la soledad; delineo mis dedos a la brisa temporal de un día de invierno; tan casual como una primavera descolocada en la realidad.

Y no importa, -no importa- que pasen las personas (Desconocidas; conocidas, y unos abrazados a la nostalgia; hasta aferrar sus lágrimas en el "aire acondicionado" y de pronto miro al cielo, y una gota cae en mis mejillas)

[No he escrito nada hace cinco días; nada como el cielo albo de lagunas mentales]

Y ahora, trasluzco una sonrisa maquiavélica; después de salir de mi cuarto -amargo; tal vez agrio- cuando deje la copa al final de mi cama, allí, ahogándose en un lamento de ver perder la última gota, tras los funerales de la botella de Ron, -Ni metamorfosis- A no, qué, era- Era tal vez una botella de whisky que cambio a Ron, y mi sonrisa se aprieta hasta excomulgar la tensión de hoy día (Que ya no sé que día es, ni siquiera nada, ¡Es marte; miércoles; jueves; o Viernes! tal vez no es un día, es un año, o una década) Ya he perdido el rumbo con los cadáveres tirados en el pasillo de mi cuarto -botellas fingiendo sonreír-

Y el alcohol reemplazando mi sangre; el hedor de la garganta casual a un llanto, y la amargura por ver pasar a personas entrelazadas a la felicidad. Desierto mis ojos, los quito, y fomento las pupilas al cielo nocturno y ¡Brillan! quieren llorar, quieren manipular el universo y la privacidad de los muertos, ¡Quieren!

Y yo no quiero nada, tan solo desfigurar las yemas de los dedos, y agonizar en el pavimento, trasluciendo los ecos de mi llanto, ¡Y no sé la tristeza!

No sé por qué las personas pasan; escupen sus palabras, y tirado en la calle, ni siquiera ven mi sonrisa maquiavélica cayendo en un agujero; donde el hambre cae; desfigurando el rostro de los años.

Y de nuevo- en mi cuarto, contando el tiempo libre, mirando como los años se han corrido con el reloj de un motor muerto,

Será porque el mundo sonríe, y yo- me atesoró en un lugar sin cambios, donde en la realidad ya he cambiado, mis ojos se amargan con la oscuridad, mi boca se agria con un líquido fermentado en la llaga -herida de mi espalda- y mi voz se ha perdido entre los ecos de un cuarto forajido por la causalidad de renunciar a la vida, a tú vida! a la vida de todos, y ya he perdido el rumbo de los rumbos; donde torpemente suelen caminar los sujetos con pies y zapatos lustrados, y aquellos que se someten a las huellas del destino.

Yo hace siglos renuncié a mi destino, hace siglos perdí el conocimiento de la vida, hace mucho he perdido mi voz, mi aliento, mis ojos y la respiración
y ahora mueve los dedos
a un triste vaivén con la botella
y la boca a una copa
perdida en segundos
cuando el llanto llega al final
con la tenue lluvia
intranquila
despierta a las hormigas
y los bichos de mi boca
larvas sacuden las venas
y la sangre se diseca
por el tiempo dosificado en dolor...






Joel Parra...


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