Un pensador; pensando en nada. Análisis.








Ocurre lo mismo -lo mismo de siempre-,
quien piensa suele pensar lo mismo cada día. Como pensar en ti o en otros lugares; como tal vez el momento cuando olvidaste apagar el gas; o encender el fuego (y entre pensamiento; piensas "Sí enciendo el fuego -con el gas apagado- claro no enciende, y sí enciendo el gas -olvidando encender el fuego, claro lo olvidas y piensas en otra cosa), entonces el pensamiento sirve para pensar en nada y volver a encontrar el pensamiento olvidado, aunque lo piensas más de una vez; y vuelve al principio o al final. En donde el final; es acomodar la almohada, mirar al techo como te mira con miedo; y ojear unas de esas páginas que ojeas sin entender lo que lees; y piensas de nuevo, pero piensas cuando ya has cerrado los párpados. En ese instante; caes en lo onírico. En el sueño y queda pensar imaginando una realidad irreal que desgraciadamente sucede en la realidad en proyecto-destino.

Entonces, -yo- ser pensante que piensa bipolar, pero piensa pensando en nada, diciendo coherencias y tesis tangibles, puedo experimentar caerme en una tubería, y salir eyectado del mismo techo que más antes miraba con miedo. Y diré -quizás no diga nada- sólo diré entre pensamiento (Una burbuja que simplemente dirá nada), diré que atravesé el umbral, acaricié la boca del viento, muy húmeda, muy tierna y muy efímera. Hasta perderme por los caminos del silencio, que se perdían al holocausto de lo tangible.

Y nada sucede en rededor, nada vuela, ni las moscas aparecen al acecho de la piel un tanto muerta. Y pareciera que el tiempo se congelará; pero él aún sigue tomando su cuerpo a través de puertas en la lentitud de viajar, a través de lugares sin conocer, siendo humedad parecida a la brisa, uniéndose con otros pensamientos que dejan su dirección en trayectoria con el despertar; con el renacer -con ser idea-, y la idea de qué?

La idea de saberse escrito; saberse dibujado en una hoja arrugada, con una ecuación en su cara, con una definición en su espalda, con una identidad en su frente, que mire a la inmensidad de alguien que lo manipula eléctrica-mente, y recuerda, pertenezco a una cápsula, vivo a la izquierda del laberinto de la predicción, allí donde se guardan la capacidad psicomotora de imaginar -el lugar de los locos- de quienes viajan como electrones sobre el universo, atravesando esos ojos oníricos, pero cayendo en una página soltada de las manos; de quien lo venció el sueño, y ahora fecunda un ciclo en torno al destino; que vuelve a cumplir la idea subjetiva de un pensador pensando en nada.





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